martes, 18 de agosto de 2009

El coloso africano

Solos, vagando por la llanura sin fin de Serengeti como este ejemplar de elefante macho...



... o en grupos matriarcales,



el elefante africano representa una de las más bellas estampas tanzanas.



Sin tiempo que perder, los grupos de elefantes deambulan de un lado para otro sin parar de comer los cerca de 200 kilos de forraje que precisa un adulto.





Los pequeños, siempre arropados por el grupo...



... encuentran la ventaja adicional de la lactancia.





La proximidad del agua o un lodazal, enloquece a estos colosos que acuden presurosos a darse un refrescante baño de agua o lodo.





Aunque su piel sea gruesa y prácticamente imposible de taladrar por cualquier insecto, requiere una serie de cuidados, entre ellos, el rascado, para el que cualquier cosa les vale, desde un árbol a una piedra.





Los más jóvenes, aunque un tanto bravucones, son atentamente vigilados por el resto de los integrantes del grupo.





Nos resulta llamativo poder comprobar, a la vuelta de Tanzania, que en determinadas zonas de este país, esté permitido cazar elefantes. Abatir un macho, según el tamaño o peso de sus colmillos, supone pagar a las autoridades tanzanas, independientemente de los gastos del safari de caza, hasta 20.000 $. Obviamente estamos en contra de esto.



Este pequeño coloso en Tarangire crecerá y vivirá ajeno a la posibilidad de ser un día acribillado para convertirse en un exótico trofeo en algún lugar del mundo lejos de África.

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